Defensor del Menor de Andalucía. Informe Anual 2011
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En la Memoria correspondiente al ejercicio anterior se dejó constancia de la
elaboración del Programa de Salud Mental de la Infancia y Adolescencia como
respuesta al compromiso recogido en el II PISMA antes citado, que tiene como
objetivo servir como elemento de apoyo a la red sanitaria de atención a la salud
mental, para garantizar la continuidad asistencial y de cuidados y, de esta manera,
mejorar la salud y bienestar de niños, niñas y adolescentes.
Las bases fundamentales del documento señalado, se pueden resumir en las
siguientes:
a)
El carácter específico de la atención a la salud mental infanto-juvenil, que viene
dado por su mismo objeto de atención: La comprensión de la persona menor
como un ser cuya personalidad tiene unas características muy específicas y que
tiene en su enfermar psíquico una expresión patológica propia que le diferencia
esencialmente de la persona adulta. Tal especificidad se deriva del carácter
esencialmente evolutivo y dependiente de estas etapas y viene avalada por las
recomendaciones de los organismos sanitarios nacionales e internacionales para
la atención a la salud mental de la infancia y la adolescencia.
b)
El énfasis en el carácter preventivo y de promoción de la salud mental de la
infancia y adolescencia. La prevención en salud mental de la población general
ha de integrar una atención a la infancia/juventud de calidad y, no sólo en
aspectos asistenciales frente a la patología emergente, sino también en otros
aspectos específicamente preventivos y de educación sanitaria. Sabemos que
las actividades de prevención, intervención temprana y tratamiento están muy
entrelazadas en la práctica clínica con edades tempranas y jóvenes y que gran
parte de la asistencia es preventiva; sin embargo, son necesarias dos precisiones:
-
La prevención en la infancia y adolescencia, desde el punto de vista sanitario,
debería desarrollarse a través de actuaciones muy definidas y en grupos de
riesgo.
-
Es necesario considerar que el objeto de la prevención no se limita al niño,
niña o adolescente, sino que incluye también el apoyo a sus contextos de
vida. Así, toda actuación preventiva en salud mental infanto-juvenil deberá
priorizar aspectos relacionales, familiares y educativos.
c)
La necesidad de unificar criterios y homogeneizar las actuaciones en los
servicios de la red de salud mental que permita garantizar una asistencia de
calidad basada en la mejor evidencia científica y con criterios de equidad y no
estigmatización del niño/a y de sus cuidadores/as en nuestra práctica diaria.
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