Defensor del Menor de Andalucía. Informe Anual 2011
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Administraciones para ayudarles a paliar los perversos efectos derivados de la grave
situación de nuestra economía. Es un hecho que la irrupción de la pobreza de la
clase media está propiciando el incremento de las demandas de ayudas públicas en
una coyuntura en la que los recursos son menos a repartir.
Respecto al primer grupo de familias, aquellas que ya se encontraban en situación
de vulnerabilidad, resulta paradójico que en ocasiones perciban la intervención de
las Administraciones, especialmente los Servicios Sociales, como un enemigo y no
como un aliado, temiendo que su intervención pueda desembocar en una retirada
de sus hijos por su precaria y maltrecha economía familiar.
La desesperación en la que se encuentran inmersas estas personas queda
patente en la queja presentada por una madre, cuyo relato traemos a colación:
“Le escribo esta carta porque ya no sé dónde acudir y quisiera que por
favor me ayudaran.
Desde el 6 de Mayo de 2009, fui al centro social para que me ayudaran
con mis hijos porque no tenía casa ni trabajo, para que el centro social me
dieran alguna solución para mis hijos algún colegio interno o algo para poder
dejar a mis hijos mientras buscaba trabajo y una casa.
La única solución que me dio el centro social fue el desamparo de los
menores. Por la Junta de Andalucía según los centros sociales no había otros
recursos.
Señor llevo luchando 2 años y medio por mis hijos. Yo he cumplido todo
lo que la Junta de Andalucía me han pedido, como 2 años de seguimiento ir
a ver a mi hijos una vez al mes 1 hora llamarlos cada 15 día tener trabajo y
casa y después de 2 años la única solución que me dan que decida un juez
por mi hijos”.
Y como decimos, existe otro sector de la población que está demandando también
la colaboración de los poderes públicos solicitando algún tipo de ayuda económica o
intervención, recibiendo como única respuesta la inexistencia o limitaciones presu-
puestarias. Estas personas suelen mostrar su sorpresa e indignación porque en otras
épocas nunca habían demandado la colaboración de las Administraciones, y cuando lo
hacen ahora por necesidad se encuentran que todas las puertas están cerradas.
Viene al caso que aludamos a la situación de una familia normalizada en otros
tiempos, ahora con una escasez palpable de recursos económicos por la ausencia
de trabajo de todos los miembros de la unidad familiar, que les impedía hacer frente
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