Defensor del Menor de Andalucía. Informe Anual 2011
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Bienestar Social), los Servicios Educativos y los dispositivos Sanitarios, y también
Policía, Sistema judicial, etc.
Las características de las familias atendidas por estos equipos son las siguientes:
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Presentan dificultades importantes (individuales, familiares o sociales) en diferentes
etapas del ciclo vital de la familia que suponen la acumulación de factores de riesgo
para la correcta atención de las necesidades de los y las menores.
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Carecen de apoyo social para hacer frente a cargas familiares excesivas.
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Son familias multiproblemáticas que además de tener prácticas parentales
inadecuadas, tienen otros problemas asociados como analfabetismo, toxicomanías,
trastornos emocionales, absentismo escolar, minusvalías psíquicas importantes
asociadas a la crianza de los hijos e hijas, falta de control sanitario y de planificación
familiar, precaria organización familiar, deficiente salud mental, conflictos de pareja
y violencia familiar, marginación social, precariedad económica, falta de apoyo
social, etc.
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Los problemas que presentan suelen estar cronificados, fruto de una evolución
en la que han ido aumentando progresivamente la gravedad. En muchos casos,
el comportamiento maltratante o negligente se encuentra firmemente instalado
en el funcionamiento individual y familiar.
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Por lo general, previamente se han intentado solucionar sus problemas desde
distintos servicios comunitarios sin éxito. Por tanto, es necesario una intervención
más específica y especializada.
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En muchos casos, existe una dependencia de los Servicios Sociales en los
que buscan la solución a sus problemas, en lugar de procurar una forma de
funcionamiento autosuficiente.
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Dentro de la dinámica de funcionamiento de la familia pueden surgir
repentinamente episodios de crisis y provocar situaciones de tensión, conflicto o
violencia familiar que requieran la intervención inmediata.
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Los padres y madres maltratantes o negligentes no suelen tener conciencia
clara de su problemática ni asumen su responsabilidad en el abuso o maltrato,
desconociendo las repercusiones negativas que tendrán en sus hijos e hijas
estas situaciones, por lo que la demanda original de tratamiento no proviene de
las propias familias. En la mayoría de los casos la motivación para participar en
el tratamiento obedece a presiones externas.
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