Cuando echamos la vista atrás y comparamos la infancia que hace mucho tiempo vivimos algunos de nosotros, solemos argumentar las ventajas e incluso -por qué no decirlo privilegios- de los que gozan actualmente las personas menores de edad.
Los niños, niñas y adolescentes de hoy han crecido bajo la protección del Estado de Derecho y son personas que han disfrutado del reconocimiento de un estatus jurídico respetuoso con la dignidad humana y la libertad desde su nacimiento. Los cambios sociales y jurídicos producidos en nuestro país en los últimos años, con el reconocimiento de los derechos de los menores, y el establecimiento de unas pautas educativas basadas en la tolerancia, el respeto mutuo y el libre desenvolvimiento de estos derechos, están modelando menores libres que son invitados a ejercerlos y actuar en libertad y responsabilidad.
Debemos alabar, por tanto, las enormes bondades del sistema jurídico democrático y social del que nos hemos dotado y en cuyo seno debe desarrollarse una infancia y juventud sana, democrática y tolerante.
Pero esta realidad tiene otra cara menos amable. Ciertamente, como Defensoría de la Infancia y Adolescencia de Andalucía, somos testigos de las paradojas que ofrecen las sociedades más modernas y evolucionadas, porque observamos cómo surgen situaciones de maltrato y de desatención hacia los más débiles, hacia los más vulnerables, hacia los niños, niñas y adolescentes. Estas deficiencias y carencias sociales y educativas, así como otras razones, provocan que se den situaciones de quiebra en los ámbitos en los que se desenvuelven las personas menores de edad.
Casos de malos tratos en el seno de la familia, violencia en el ámbito educativo, supuestos de explotación infantil, abusos sexuales, abandono, quiebra de derechos y desprotección que sufren muchos menores migrantes, pobreza infantil, agravamiento de casos de salud mental... son problemas reales y actuales. En estos momentos los niños se están enfrentando a una complicada situación social y de crisis que hace peligrar o que pone en cuestión su propio estado de bienestar. Una realidad que si no hacemos algo y de forma urgente puede que muchas de esas proclamas y reconocimiento de derechos hacia la infancia reconocidos en todos los ámbitos se quede en papel mojado.
En una próxima Jornada junto a Save the Children, el próximo 30 de noviembre, analizaremos la situación de los derechos de la infancia en relación al incremento de la pobreza a causa de la pandemia por COVID, y el impacto por otra crisis del presente, la del cambio climático.
Sirvan días como el de hoy para reflexionar sobre ese mundo, y unificar esfuerzos que permitan que niños y niñas puedan disfrutar de sus derechos de forma plena, en un mundo sin restricciones o discriminación. Para todos y todas.
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