
Compartimos un podcast sobre entornos digitales elaborado por infancias y adolescencias del Consejo Consultivo de la Federación Iberoamericana del Ombudsperson
En este podcast hablaremos sobre tus derechos humanos, cómo hacerlos valer y protegerlos en las diferentes espacios como la escuela, la comunidad, espacios digitales, entre otros.
Hola, buenos días, tardes o noches. Mi nombre es Magalí, soy de Bolivia y me desempeño como defensor estudiantil. Buenos días, mi nombre es Anton Mendoza, soy de Venezuela. Hola, mi nombre es Jimena y soy del estado de Tlaxcala. Mi nombre es José Manuel del estado de Nuevo León, México. Hola, soy Mateo Alfaro. Soy de Salvador.
Este episodio nace con el propósito de reflexionar juntos sobre los entornos digitales, cómo nos afectan, qué oportunidades nos brindan y cuáles son los desafíos que enfrentamos al vivir conectados. Aquí vas a encontrar información, análisis y también experiencias que nos ayudan a entender mucho mejor este entorno digital en el que pasamos tantas horas. Porque creo firmemente que el conocimiento y la conciencia digital son parte de nuestros derechos y debemos aprender a protegernos y aprovechar lo positivo de la tecnología. Si nuestros derechos digitales se respetan, tenemos más probabilidades de vivirlos de manera segura, con confianza y equilibrio.
Bienvenidos a este podcast, un lugar para pensar, cuestionar y crecer en nuestra vida digital. Sean bienvenidos a este nuevo episodio de nuestro podcast. Hoy queremos detenernos en un tema que parece invisible, pero que nos toca a todos. El entorno digital y la salud mental.
Vivimos en un mundo donde pasamos gran parte de nuestro tiempo en redes sociales, navegando en internet o conectándonos a diferentes plataformas, pero pocas veces nos detenemos a pensar en los derechos que tenemos dentro de esos espacios digitales. Cuando esos derechos no se respetan, por ejemplo, cuando somos víctimas de acoso, desinformación, robo de datos o incluso discursos de odio, no solo se vulnera nuestra seguridad como usuarios. También se ve afectada nuestra salud mental.
El entorno digital, que debería de ser un espacio de libertad y comunicación, puede convertirse lastimosamente en un lugar de ansiedad, estrés y hasta aislamiento. Es importante entender que la salud mental no solo depende únicamente de lo que pasa fuera de nuestra vida diaria, sino también de cómo se nos trata dentro de estos espacios. Las redes sociales pueden ser un espacio increíble, nos conectan, nos inspiran y nos permiten mostrar quiénes somos, pero también pueden convertirse en un lugar muy pesado para la mente. Dentro de la pantalla vemos filtros, fotos editadas y vidas que parecen perfectas y fuera de la pantalla muchas veces nos quedamos con ansiedad, inseguridad y la sensación de no ser suficientes.
La salud mental no depende de un like, de un comentario o de cuántos seguidores tengas. Tu valor no se mide en números y tu felicidad no está en comparación con alguien más. Lo que ves en redes solo una parte de la historia, nunca la historia completa. Por eso es fundamental aprender a cuidar nuestra mente en este mundo digital. Eso significa poner límites al tiempo frente a las pantallas, seguir cuentas que realmente nos aporten y desconectarnos cuando lo necesitemos. Significa también reflexionar. ¿Somos espectadores pasivos que se dejan arrastrar por lo que ven? ¿O somos usuarios conscientes que deciden cómo usar las redes y qué contenido dejar entrar en su vida?
Cuidar la salud mental es un acto de amor propio dentro y fuera de las pantallas. Recuerda, lo más importante no es cómo te ven los demás, sino cómo te ves tú mismo cuando apagas el teléfono, porque ahí en ese silencio, está la vida real y también tu paz.
Vivimos conectados casi todo el día, pero a veces olvidamos que en los espacios digitales también tenemos derechos, igual que en la vida real. En internet tenemos derechos como el de la privacidad a la seguridad, a expresarnos con respetos y a no ser víctimas de violencia o discriminación. El problema es que muchas veces no los conocemos o no sabemos cómo cuidarlos y ahí es donde empezamos a ser vulnerables. Quiero compartirte tres consejos sencillos para vivir y respetar estos derechos digitales.
El primero, cuida tu información personal. Antes de dar clic, piensa si estás compartiendo algo que luego pueda usarse en tu contra. Tu privacidad es parte de tu seguridad.
El segundo, practica el respeto en línea. Todos tenemos derecho a expresarnos, pero también la obligación de hacerlo sin dañar la salud mental de otros. Lo que escribes detrás de una pantalla tiene impacto real en las personas.
Y el tercero, infórmate y denuncia. No te quedes callado si ves discursos de odio, acoso o fraudes en redes. Usar las herramientas de denuncia es también ejercer tu derecho en el entorno digital más seguro. Al final, el mundo digital es un reflejo de nuestra sociedad. Si lo habitamos con responsabilidad y conciencia, no solo protegemos nuestros derechos, sino también los de los demás.
El derecho a la educación es un derecho humano fundamental, pero hoy en tiempos digitales ya no se limita a las aulas físicas, también atraviesa las redes sociales. Las redes pueden ser una herramienta poderosa para democratizar el conocimiento. A un click tenemos cursos, bibliotecas virtuales, charlas, tutoriales y espacios de diálogo. Para muchos jóvenes es la primera puesta temas que no se enseñan en la escuela o que ya se ven bien ven de forma alimentada. Sin embargo, no todo es positivo. Así como ofrecen oportunidades, las redes también producen desigualdades.
No todos tienen acceso a internet de calidad, dispositivos adecuados, un entorno que favorezca el aprendizaje. Además, el exceso de información, la desinformación o los contenidos superficiales pueden convertirse en un obstáculo en lugar de una ayuda. Reflexionar sobre el derecho a la educación en redes sociales significa reconocer dos cosas.
- Primero que el conocimiento debe estar disponible para todos sin importar la condición social o el lugar de residencia.
- Y segundo, que debemos aprender a usar críticamente las redes, distinguiendo entre lo que construye o lo que destruye.
Porque al final las redes sociales no son en sí ni buenas ni malas, son una herramienta depende de cómo lo usamos para que se conviertan en un camino hacia la igualdad de oportunidades, el pensamiento crítico y a la verdadera educación que forma ciudadanos libres y conscientes. entornos digitales sirven como la promoción de la cultura y la expresión artística.
Las plataformas digitales permiten que personas de cualquier parte del mundo descubran tradiciones, lenguas, gastronomía y manifestaciones culturales que antes eran locales. La digitalización de archivos y obras facilitan su conservación y disfunción para futuras generaciones. Las plataformas como Spotify, YouTube, etcétera, han cambiado cómo se produce y distribuye su conocimiento o contenido cultural.
Las redes sociales son parte importante en la vida de los adolescentes. Nos permiten comunicarnos, expresarnos y compartir lo que hacemos. Sin embargo, también representan riesgos que muchas veces pasamos por alto. Uno de ellos es el ciberacoso, que puede afectar seriamente la autoestima y la salud emocional. Otro peligro es compartir demasiada información personal como la ubicación, fotos privadas o datos de la escuela, porque en internet nada desaparece y cualquiera puede usarlo con malas intenciones. También está la presión por los me gusta y seguidores que genera comparaciones constantes que pueden llevar a inseguridades. Por eso debemos aprender a protegernos, usar contraseñas seguras, configurar la privacidad, pensar antes de publicar y no confiar en desconocidos en línea. Al final no se trata de dejar de usar redes sociales, sino de hacerlo con responsabilidad e inteligencia para aprovechar lo bueno, sin poner en riesgo nuestra seguridad.
Según un nuevo estudio de la Organización Mundial de la Salud, uno de cada seis niños y niñas y adolescentes en edad escolar han sido víctimas de algún tipo de acoso y violencia digital. Para prevenirlo se puede iniciar con bloquear esa persona que nos está acosando. Informar a la familia o a una persona adulta de confianza, no caerte en engaños o chantajes. No dejar que te amenacen y asusten y denunciar o reportar.
Recuerda que niños y niñas y adolescentes tenemos derecho a una vida libre de violencia. Y claro, si vamos a hablar de derechos digitales, también nos lleva a algo igual de importante. ¿Cómo nos protegemos si nos cuidamos dentro de estos espacios? Porque no basta con saber que tenemos derechos. También necesitamos poner en práctica medidas que nos ayuden a mantener la mente tranquila y vivir en internet de forma segura.
Una de ellas es poner límites personales. No todo lo que vemos en redes sociales tiene que ocuparnos o compararnos. Saber desconectarse un rato, apagar notificaciones y dedicar tiempo fuera de las pantallas es clave para cuidar la salud mental.
Otra medida es proteger activamente nuestra información, usar contraseñas seguras, no compartir datos sensibles y revisar la configuración de privacidad. En nuestras cuentas puede sonar básico, pero marca la diferencia entre sentirnos vulnerables o tener control de nuestro espacio digital. Y si en algún momento sentimos que nuestros derechos son vulnerados, es fundamental no enfrentarlo en silencio. Se puede denunciar dentro de la misma plataforma, buscar apoyo en personas de confianza o incluso acudir a redes de ayuda especializadas. Lo importante es no dejar que la situación dañe nuestro bienestar emocional.
En pocas palabras, el autocuido digital no es solo asunto técnico, es también un acto de respeto hacia nuestra salud mental, porque estar en línea debe ser un espacio para aprender, compartir y crecer, no para sentirnos inseguros o lastimados.
Y así llegamos al final de este episodio sobre los entornos digitales. Hemos visto que no solo son pantallas, aplicaciones o redes, sino espacios donde construimos relaciones, compartimos ideas y también enfrentamos riesgos. Lo importante es recordar que detrás de cada clic hay decisiones que afectan nuestra vida real, desde cómo cuidamos nuestra privacidad hasta cómo gestionamos nuestro tiempo y nuestras emociones. Los entornos digitales son una extensión de nosotros mismos y depende de cada uno usarlos con responsabilidad, conciencia y empatía.
Gracias por acompañarnos en este maravilloso viaje. Si te gustó este episodio, compártelo y sigue explorando con nosotros cómo podemos vivir mejor dentro y fuera de lo digital. Hasta la próxima.








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