La Defensoría de la Infancia y Adolescencia de Andalucía

La Defensoría de la Infancia y Adolescencia de Andalucía es una institución creada por el Parlamento de Andalucía y tiene como misión la defensa y promoción de los derechos y libertades de las personas menores de edad. Sus actuaciones son totalmente gratuitas y no requieren de ningún formalismo especial.

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Carta del Defensor del Pueblo andaluz

Carta del Defensor del Pueblo andaluz

Jesús Maeztu insta a estar atentos y vigilantes ante las nuevas necesidades y exigencias que se avecinan respecto a la solidaridad, la equidad y las brechas de la desigualdad

 

La Institución del Defensor del Pueblo andaluz tiene como encargo la defensa de los derechos y libertades de la ciudadanía. Desde hace un mes, mantenemos esa atribución adaptada a la nueva situación generada por la expansión del coronavirus, siempre con el objetivo de seguir prestando el servicio a la ciudadanía que tenemos encomendado. Las quejas y consultas no solo no han disminuido durante este periodo, sino que han aumentado, y el ritmo de atención a dichas quejas y consultas también se ha incrementado.

¿Qué hemos hecho?

En este mes hemos prestado especial atención a muchos colectivos que habitualmente solicitan la ayuda del Defensor del Pueblo Andaluz y que, con el confinamiento y la pandemia, se han visto especialmente necesitados de nuestro amparo. Son las personas solicitantes de la renta mínima de inserción por falta de ingresos, aquellas sin acceso a los suministros básicos de energía y agua, las personas mayores, dependientes, las solicitantes de ayudas para alquiler de vivienda, los trabajadores migrantes establecidos en los asentamientos de Huelva y Almería, los niños y niñas beneficiarios de programas de garantía alimentaria y los menores con alteraciones conductuales, el personal sanitario y la necesidad de que cuenten con los equipos y garantías de protección y nuestra constante preocupación por la situación especial por los cortes de luz de la zona norte de Granada, entre otros.

Hemos abierto quejas de oficio, hemos informado a los medios de comunicación, hemos elaborado guías de derechos explicando dudas y hemos ampliado nuestra atención telefónica a las consultas respondiendo a la ciudadanía, sin menoscabo de que fuese Jueves o Viernes Santo. En definitiva, hemos estado en primera línea, dando soporte y ayuda a aquellos más necesitados en estos momentos, sin olvidar a todas aquellas otras personas que se han dirigido a la Defensoría por cualquier otra razón no directamente relacionada con el COVID-19.

¿Qué debemos seguir haciendo?

El sentido del trabajo que esta Institución está desempeñando durante la emergencia sanitaria no es otro que continuar poniendo lo mejor de nuestras capacidades acompañando a los grupos más vulnerables y paliando en lo que de nosotros dependa las consecuencias sociales y económicas de la crisis que atravesamos. Debemos seguir siendo una referencia para todas aquellas personas y colectivos que confían en nosotros, con la esperanza de lograr la respuesta que hasta ahora no han conseguido. Pero no solo tenemos que reafirmarnos en lo que se espera de nosotros y cuál debe ser nuestro papel en esta crisis como Defensor del Pueblo. Esta pandemia está siendo dura, cruel, universal y va a modificar nuestra visión de la vida, nuestra manera de relacionarnos y nuestras prioridades. Todos estamos bajo la misma lluvia pero no todos tienen el mismo paraguas protector.

Por todo ello, debemos estar atentos y vigilantes ante las nuevas necesidades y exigencias que se avecinan respecto a la solidaridad, la equidad y las brechas de la desigualdad. Así tendremos más claro cuáles son las nuevas prioridades y por dónde tiene que caminar una salud de calidad para toda la ciudadanía; qué significa una educación inclusiva que trabaja por y para la equidad; una vivienda digna; unas prestaciones sociales adecuadas y la exigencia de nuevas personas cuidadoras para erradicar la pobreza infantil y el logro de un verdadero envejecimiento activo de nuestros mayores.

¿Podemos hacer algo más?

El Defensor del Pueblo es una voz cualificada que debe arrojar luz en los derechos y necesidades de los que no tienen voz. Estamos compelidos a denunciar y exigir de los poderes públicos que remuevan los obstáculos que impiden a la ciudadanía vivir en paz y en igualdad. Es, también papel del Defensor acoger, impulsar y acompañar a los más débiles en su camino de transformación de su condición de “necesitado”. Y, desde luego, el Defensor debe impulsar cambios normativos que aboguen por la justicia y la igualdad de toda la ciudadanía. Para ello, potenciamos la mediación como pilar fundamental en nuestras intervenciones. Precisamente, esta situación de confinamiento, se está evidenciando la necesidad de contar con una comunicación adecuada y la importancia de gestionar emociones en situaciones críticas.

Por tanto lo que más se exige por parte de la ciudadanía es que le pongamos voz, que instemos a los poderes públicos a que cumplan las leyes, remedien las injusticias y den satisfacción a las exigencias dimanantes de sus derechos. Es un limitado pero sin duda importante y básico grano de arena. Junto a los colectivos sociales y las ONG, convencidos de que nos complementamos con muchos colectivos e instituciones, todos somos “granos de arena” que, desde ángulos y objetivos diversos, aspiramos a conseguir este cambio de sociedad en paz, equidad y libertad.

¿Te preocupa algo o tienes alguna duda?

1 Comentarios

M carmen (no verificado) | Abril 20, 2020

El pueblo se muere de hambre !!! Y ustedes no hacen nada !!

Gracias

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